PALABRAS
No hay quien entienda lo que dice Barton. Quizás profiere amenazas o nos insulta. Es imposible descifrar su lenguaje hecho de cuchilladas, de pistoletazos certeros, de golpes contra las cabezas de los transeúntes.
Puede que esté implorando piedad. Pero queda poca mecha de la dinamita que se ató a su pecho y, mientras huimos, poco podemos preocuparnos de los vericuetos semánticos de su discurso.
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