COSAS
Escucho los pensamientos de mi vecino y no puedo dormir. Intento transmitirle las resoluciones de los problemas que ocupan su mente.
Pero pronto piensa que me calle, que si no tuviese las dudas para adormecerse lo suficiente, no podría conciliar el sueño, dada su incapacidad matemática para contar ovejas.
Y así, mi insomnio se vuelve un pacífico sufrimiento.
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