IN A QUIET ROOM
En un cuarto tranquilo, un hombre dibuja un retrato de sí mismo. ¿Cuánto tardará en reconocerse como el asesino que la policía busca sin saberlo?
Quizás porque a veces no todas las historias son tristes, el hombre rompe el papel y ningún crimen ha sido cometido. No hay sangre ni cuerpos.
Los lápices permanecen cómplices de secretos, silenciosos en sus cajas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario